María se expone en el mundo despiadado de tráficos de drogas internacionales. Haciendo de mula. Su misión se convierte en una demostración de determinación y de supervivencia, ella finalmente emerge con la tolerancia que llevará su nueva vida.

La historia de María, una embarazada colombiana que trafica droga en su estómago al quedarse sin trabajo, conmovió al mundo en 2004 desde el filme "María llena eres de gracia". Su drama era el de cientos de desesperados arriesgándose con las cápsulas.
El arriero
Ancízar López (Julián Díaz), colombiano negro y pobre, salta a la opulencia, primero como mula de un pequeño cartel del narcotráfico desde Barranquilla hacia España, y luego como 'arriero' de nuevas mulas en el mismo tránsito. Su principal propósito es conseguir el dinero suficiente para convertir a la hermosa y rica Virginia (Paula Castaño), en su esposa. Sin embargo, cuando el éxito empieza a sonreírle, conoce a Lucía (María Cecilia Sánchez), una española que resulta toda una tentación sexual. Al tiempo que escala en las esferas de las pequeñas mafias del narcotráfico entre Colombia y Europa, Ancízar intenta mantener el amor de ambas mujeres y llegar a un punto en el que haya obtenido el dinero suficiente para retirarse del turbio negocio.
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Testimonios.
- Sandra Elizabeth B. es salteña. Tiene 30 años y cayó presa por 200 pesos. Fue detenida por llevar “300 gramos de pasta base en fajas en la zona abdominal” por la que le prometieron 2 billetes con la imagen del general Roca. Estaba atemorizada y los semblanteros (los especialistas en detectar mulas) la detuvieron en el control de Salvador Mazza en Salta, en la frontera con Bolivia. “Andaba con problemas económicos y pensé que podía solucionarlo”, decía con lágrimas. Está presa esperando a que el tribunal decida cuanto tiempo estará tras las rejas por 200 pesos. Da pena verla así: se la nota instruida, habla bien y parece sincera al decir que “es la primera vez que transporta droga y está arrepentida”. Había soñado con ser maestra y estaba estudiando literatura. Una pena.
- Karen Riverda J. es boliviana. Tiene 21 años y comparte la celda con Sandra. A ella le encontraron 28 cápsulas con un total de 300 gramos de cocaína que llevaba en su vagina. En realidad, en sus genitales sólo le quedaban 15 cápsulas. Se había “descompuesto” y tuvo que distribuirse el resto de la mercancía entre la bombacha, el corpiño y los bolsillos de su ropa. Fue debut y despedida. La escena y su cuerpo la delataron en los controles. En este caso le habían prometido también 200 (pero dólares) por transportar una carga valuada en mil quinientas lucas gringas. Tiene aspecto de nena, es menuda, carilinda y más callada que Sandra. Habla y está atemorizada. Su historia es típica en este eslabón de menudos traficantes. La vieron caminando por Santa Cruz de la Sierra, la amplia ciudad boliviana, “angustiada con problemas de dinero” y la cooptaron los narcos. “Un amigo” le ofreció ayudarla, se la presentó a otro y cerraron negocio en un bar. La indignación mayor de Karen es que la dejaron sola al momento de la detención. Su supuesta compañera de viaje (que se supone también llevaba carga) estaba limpia: los narcos le dijeron que iría acompañada, pero se trataba de una controladora para asegurarse de que entregara la carga. La engañaron dos veces.